¡Buenos días Rural Forkers!
Después de una noche algo fría, ha tocado ponerse el culotte mientras amanecía. Hemos tenido la suerte de hacer unos kilómetros preciosos alrededor del embalse de Úzquiza y unos montes morados por la floración del brezo.
En cuanto nos hemos dado cuenta estábamos en Pradoluengo, superando ya los 100 kilómetros acumulados.
Sorprendentemente hemos llegado antes de lo esperado y hemos tomado algo con los vecinos mientras nos explicaban la historia del
pueblo y recalcaban la importancia de la industria textil y la producción de calcetines.
Más tarde hemos quedado con Jessi y Pana, que nos han presentado la iniciativa de ConTonySon. Desde el 2007 que empezaron con un pequeño encuentro de malabares, han ido añadiendo actividades según los intereses del pueblo y sus socios. También crearon un festival llamado Tamborfest. Durante el año también realizan muchas actividades para los vecinos del pueblo y alrededores como pilates, yoga o chi kung. La intención principal de organizar estos encuentros es promover la cultura popular y fortalecer los establecimientos ya que “lo comunitario es lo que nos mueve en la vida”.
Después de comer nos hemos instalado en Casa Barría, donde nos tocará dormir esta noche. Pero antes ha venido Irene a explicarnos sus 3 iniciativas: Casa Barría, Jalea Rural y A tres hilos. Existe una relación muy clara en los tres proyectos: ganas de vivir en el pueblo aprovechando los propios recursos.
Irene y su socia Ester gestionan el hotel rural Casa Barría, promoviendo el turismo sostenible y responsable en su propio pueblo. Más tarde Irene empezó a ayudar a su padre con la producción de miel. Viendo que sabía mucho del tema empezó a hacer talleres y enseñando la finca a colegios y gente interesada.
Cuando Irene tuvo a su primer hijo se dió cuenta de que había muy pocas opciones en cuanto a calcetines respetuosos para bebés. A partir de ahí se puso en contacto con una de las fábricas textiles que quedan en Pradoluengo para crear unos calcetines respetuosos (con punta anatómica) de todas las tallas con unos diseños originales.
Después de despedirnos de Irene aún han quedado fuerzas para que una compañera desempolvara el piano de la casa y nos enseñara un poco de su arte mientras las demás le acompañabamos con nuestras voces (quedaba mejor solo el piano). Con un poco de música y risas ya solo ha quedado disfrutar de la cena. Ahora a descansar!
Seguimos hablando!!


