Día 11. Endulzando la ruta con Api

Los finales siempre llegan. Y el 29 de julio, sábado, visitamos la última iniciativa, última comida, cena, evaluación, anochecer que podríamos disfrutar juntas… Todavía nos quedaba la mañana del domingo, 30, pero estaba reservada para las salidas y vueltas a las rutinas de cada forkie. Se podía oler una tarde llena de emoción, lloros, risas e incluso confesiones. Todos esos días fueron muy dinámicos, con mucho que procesar. Por lo tanto, salir de esta burbuja y pequeña comunidad en la que vivimos durante 12 días, iba a ser un proceso por el que cada una de nosotras debía pasar.

api espinosaDormir junto a abejas fue una experiencia. No las teníamos cerca, pero de vez en cuando se podía escuchar su zumbido. No sólo el sonido, sino también el olor era algo muy característico del pabellón. Podría decirse que tuvimos dulces sueños.

Con la calma, amanecimos. Como siempre, algunas hicieron yoga en la campa de abajo bajo los primeros rayos de sol, mientras otras se duchaban, preparaban el desayuno o incluso vaguearon un pelín más.

A las 10:00, habíamos quedado con Yolanda, alma de Api Espinosa, mujer que gestiona la iniciativa desde que tenía 26 años. Una mujer realmente empoderada, ya que se dedica a un sector masculinizado, y apasionada por la apicultura. En Api Espinosa, hoy en día, gestionan 750 colmenas, y acarrean con todas las pérdidas que genera la varroa (un parásito que infecta a las abejas), sin ayuda externa, como todos los apicultores. Es un oficio verdaderamente difícil.

Nos explicó el funcionamiento de las colmenas, la forma de trabajar de cada tipo de abeja, su concepto de comunidadyoli api espinosa y trabajo en equipo. Sin duda hay mucho que aprender de las abejas. Su preocupación por el sector, nos ha tocado de lleno: el 90% de lo que consumimos es gracias a los polinizadores. Yoli nos explicaba que ya no hay tantas floraciones, por lo que se dificulta la polinización, y eso afecta tanto en el algodón que utilizamos en la ropa, como en la comida que consumimos. Estamos quitándoles el hábitat, ya que cada vez utilizamos más tierra para monocultivos, usamos más agrotóxicos que les afectan y quitamos importancia a las plantas aromáticas que atraen a los polinizadores. Es por ello que Yolanda nos anima a todos a tener un tiesto aunque sea de orégano, tomillo, espliego, lavanda e incluso romero para poder ayudar a las abejas en su proceso. Además, por si fuera poco, el auge de la invasora vespa velutina (avispa asiática) hace que cada vez más abejas mueran. Yolanda siente que todos estos problemas recaen o sólo en los apicultores, cuando es un tema que nos concierne a todos y debería de ser de gran importancia. El trabajo que tienen y hacen estos apicultores debe de ser valorado y reconocido.

Tuvimos la oportunidad de probar su miel, su propóleo, y sin pensarlo dos veces corrimos de comprarle sus valiosos productos. Ya se gestionaría más tarde el sitio en las alforjas.

dixit evaluaciónNos juntamos en equipos, para terminar todo el trabajo acumulado y darlo por acabado. Fue la última vez que dedicamos tiempo a ello. Hablando de últimas veces. Por primera y última vez, pudimos disfrutar de un delicioso aperitivo: queso mantecoso con pan y aceitunas de Matarraña Aragón, y para comer, macarrones con pesto. 

La tarde estaba por llegar, y nos tocaba una buena sesión de evaluación. Fuimos cerca del río Trueba, bajo un roble centenario, y ahí dimos comienzo a todo un proceso de asimilación, reflexión y emociones. Hicimos varias actividades, para darle un final apropiado a toda esa aventura. Fueron horas íntimas, donde muchos tuvimos problemas para verdaderamente expresar los sentimientos.

Finalizamos, y tuvimos tiempo libre para dar una vuelta por el mercado medieval de Espinosa de los Monteros. Puracirculo evaluación casualidad, que en nuestro último día hubiera mercado y verbena en el pueblo. Parecía algo pactado. Cenamos unas fajitas con frijoles estupendas, cada una como pudo, la última cena. Tuvimos postre… galletas italianas, especialidad de Espinosa de los Monteros.

Nos hicimos dueños de la verbena, un círculo enorme, dándolo todo en la pista. De vez en cuando, se nos unía gente, que nos enseñaba su paso prohibido. Ese fue un ambiente muy mágico, y también ¡un final de viaje que no podría haber sido mejor!

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