24 de Julio de 2024. Villangómez – Zael. Museo del Arte Rural – Pollogomez – Granja Zael.
El día comenzó más temprano para aprovechar las primeras horas de la mañana, más frescas y cómodas para el pedaleo. Empezamos a organizar nuestro equipaje en las alforjas, agitados con el cambio de peso de nuestras bicicletas, pero muy motivados con los chalecos personalizados de Rural Forks que nos proporcionó la organización.
Nos lanzamos a la segunda aventura con el empujón de una pronunciada cuesta y la brisa mañanera de Cogollos, el primer pueblo del que nos despedimos tras dos noches de estancia. Después de 8 km de pedaleo entre girasoles y trigo llegamos a Villangómez, donde nos recibieron Ana y Esther de la asociación Pollogómez, ambas voluntarias de Adecoar (Grupo de Acción Local), dentro del proyecto «Mi pueblo en tu mochila».
Nos contaron con mucho entusiasmo todo acerca del Museo de Arte Rural, el Festival Pollogómez y el medio centenar de murales que decoran los rincones del pueblo. Su apuesta por la dinamización rural pasa por utilizar el folklore, músicas tradicionales y el arte mural como atractivo para atraer y fijar población. “Lo que queremos la gente de los pueblos es que no se mueran los pueblos”, aseguraron las organizadoras, quienes a pesar de venir de pueblos próximos, ya se consideran paisanas del lugar.
A los Rural Forkers nos fascinó este museo callejero, en el que multitud de artistas han dejado plasmada su creatividad con diversas técnicas y estilos, incluso aprovechando ventanas y puertas para sus murales. Además, tuvimos la suerte de conocer a la protagonista del tercer mejor mural del mundo 2023 de la plataforma Street Art Cities, Liduvina, de Christian Sasa. Algunos Rural Forkers aprovecharon para comprar bolsas de tela del festival para apoyar la iniciativa. Según avanzábamos en nuestra travesía nos dábamos más cuenta de lo necesario que era invertir en este tipo de iniciativas rurales, aunque sea aportando un granito de arena.
Fruta, crema, agua y vuelta al pedaleo. Era la primera vez que cogíamos carretera y el pelotón se dividió en tres grupos. Pasamos de estar pendientes de las piedras y la arena del camino a disfrutar el paisaje y mantener la precaución por los coches. Tras una parada para refrescarnos en una fuente, continuamos nuestro camino por tierra hasta el merendero de Zael, para terminar nuestra etapa con una merecida ensalada de arroz y algo de tiempo para descansar.
Como buenos exploradores intrépidos descubrimos la fuente-noria, que nos brindó un momento entrañable, refrescante y divertido para combatir el calor abrasador, lavar nuestra ropa y darnos un chapuzón. Mientras, en el bar del pueblo algunos compañeros habían estado charlando hasta juntarnos todos de nuevo y continuar con nuestras tareas de comunicación.
Ya entrada la tarde, llegó el momento de reunirnos con Mario y Andrés, los protagonistas de Granja Zael. Se generó una atmósfera realmente especial, nos quedamos embobados escuchando las historias detrás de cada uno de ellos. Historias que les llevaron a crear un proyecto ilusionante de ganadería regenerativa y, que además, nos inspiraron personal y profesionalmente. La mayoría de nosotros estuvimos constantemente preguntando y anotando toda la información que nos brindaban. A pesar de nuestras diferencias de vida, de una manera u otra, todos nos sentimos identificados con las historias.
Ensimismados con sus filosofías de vida y su trabajo, Andrés mencionó lo que pensaba y sentía mientras trabajaba en una oficina y bombardeó nuestras mentes: «Lees y piensas que hay que cambiar ya. Quieres hacer algo pero no de la manera que se hace convencionalmente», a lo cual se unió Mario explicando los motivos que le hizo juntarse con Andrés, añadiendo que el momento en el que a él le hizo clic fue redescubrir que “los herbívoros comen hierba, no pienso”. Tres horas charlando con ellos se nos pasaron muy rápido, pero intentamos exprimir toda la sabiduría, iniciativa y motivación que mostraban. Para rematar la charla, nos enseñaron los prados y sus vacas.
Cerramos el día con una evaluación colectiva y con la preparación de nuestros sacos de dormir. Queremos destacar la valentía de algunos compañeros de dormir al raso, dormir con el viento de Burgos y las estrellas de un paisaje limpio de contaminación.