Amanecimos en Oña para coger rumbo a Barcina de los Montes. Al levantarnos, algunas compañeras bajaron a practicar yoga durante un rato. Mientras tanto, las demás guardamos todas nuestras cosas en las alforjas para dejar las habitaciones recogidas y montadas las bicicletas.
Después de desayunar y estar listas al completo, realizamos en conjunto unos ejercicios de calentamiento para iniciar esta maravillosa aventura en bicicleta. Al inicio de la ruta, notamos el peso de las alforjas y eso nos resultó cargante durante el recorrido ya que el camino fue en su mayor parte subida. Con ello hubo alguna caída en bicicleta en el arcén pero sin ningún problema ni ningún herido. 🙂
Después de levantarnos del suelo y quitar las hierbas pegadas, seguimos con la ruta. Durante 8,5 km de carretera, disfrutamos del frondoso paisaje de árboles que nos proporciona este recorrido. Pudimos observar también fauna como un corzo comiendo en el campo y dos garduñas que se cruzaron en la carretera, lo cual fue bastante agradable y curioso ya que algunas nunca habíamos visto estos animales.
Al llegar a Barcina de los Montes, nos recibieron Isabel y José, agricultores y ganaderos, propietarios de la Majada de Barcina. Ellos nos explicaron cómo funciona su negocio de venta de quesos y corderos ecológicos. Éste negocio presenta un rebaño de 700 ovejas de raza churra y entre otros, cierran ciclo al producir su propio forraje y cereales y elaborar un delicioso queso. También nos enseñaron sus instalaciones y el lugar en el que se encuentra el ganado. Isabel es una señora con una enorme afición por su negocio y, a pesar de ser un trabajo que conlleva una tarea continua y dura, tiene una pasión enorme que no le impide madrugar cada mañana para seguir con ello. Esta mujer nos contó una gran cantidad de curiosidades sobre la vida en el campo y la relación que tiene con la ciudad, y sobre la realidad de la ganadería, que no conocíamos, con las que todas nos hemos quedado en mente.
Después de acabar de conocer esta interesante e inspiradora iniciativa, tomamos rumbo a Tobera, un pueblo a 11,5 km, dónde paramos a descansar y comer frente a una ermita y unas cascadas al inicio del pueblo. Allí, comimos una fresquita ensalada de arroz que ayudaron a preparar algunas de nuestras compañeras. Durante la comida, compartimos una agradable conversación en la que pudimos seguir conociéndonos más a fondo. Después de la comida, algunas personas fueron a explorar el monte donde se encontraba la ermita, y después, coincidimos con el resto en las cascadas, en las que algunas personas se tomaron un refrescante baño. Un rato más tarde, volvimos al lugar de encuentro, en el que nos dividimos en los grupos de trabajo para trabajar en cada uno en su tema respectivo. Después, nos reunimos todas para reflexionar sobre el día hablando de cosas positivas, negativas, compromisos durante la ruta…
Al acabar, salimos en dirección a Frías, dónde dejamos nuestras cosas en el polideportivo en el que dormimos durante dos días. Después de cenar una empanada casera muy rica, nos pusimos más ropa para el frío y nos dirigimos hacia el precioso castillo de Frías para empezar la noche. Después de hablar con unas amigas de Biela y Tierra con las que hemos compartido una buena charla, nos dirigimos hacia el WIM. Allí, vimos la inauguración del festival que iba a inundar Frías durante 10 días de música, danza, actividades y mucho más. Con ello acaba nuestro día, ¡descansando para empezar el siguiente!