27 de Agosto. Bardenas – Uncastillo
Amanecimos en la Casa del Baile de Bardenas, donde pasamos una buena noche gracias al fresquito que entraba por la puerta -toda la noche abierta- y el cansancio acumulado. Rápidamente a las 7:20 empezamos a movernos al exterior. Frente a la iglesia, los aventajados disfrutamos del yoga mañanero. ¡Qué gozada! El sol salió a saludarnos y darnos su energía a partir de la segunda mitad de la sesión. Como decía Antonio Ruiz padre, “Mira el sol por las mañanas y te hará crecer”.
Tras el yoga, engullimos el desayuno, especialmente delicioso gracias a una sandía local que nos regaló una paisana del pueblo y los tomates que compartió con nosotros el propio Antonio. Sin dejar que se aposentase en el estómago todo lo comido, tocó un energizer. Los energizers son juegos amados por unos y odiados por otros, que buscan activar el cuerpo y la mente para, en este caso, favorecer que el trabajo de comunicación posterior fluyera con alegría. No obstante, los afortunados “yoguis” ya desbordaban energía que manaba de sus orificios nasales, boca, orejas y demás conductos.
El trabajo de comunicación marchaba correctamente. Desde coordinación tuvimos una pequeña revisión de los días anteriores para confirmar que estábamos realizando los artículos correctamente, ¡Y así era! Podemos escribir tranquilas…
A las 11:00, antes de partir, nos despedimos de nuestro anfitrión del día anterior, Antonio Ruiz. Tras esta breve pero emotiva despedida, partimos definitivamente en busca de nuestro siguiente objetivo: Uncastillo. No era mucha la distancia -30 km- pero los primeros 15km hasta Sádaba se hicieron realmente duros, con rachas de viento de cara entre los 20 y 40 km/h. Los otros 15 km puede que no fueran tan duros en cuanto a esfuerzo físico, pero nos costaba mantener el equilibrio, pues en este caso el viento era lateral. De hecho, sufrimos una caída por parte de uno de los participantes debido a las fuertes rachas que le expulsaron del asfalto hasta caer, con estilo y elegancia, en la cuneta. Por suerte, no hubo daños.
Por fin, y habiendo agotado realmente los músculos para los relativamente pocos km que necesitábamos salvar, aterrizamos en el albergue municipal de Uncastillo donde se escribió este artículo. Es un albergue muy amplio y acogedor, además de tener buenas instalaciones, por lo que sorprendió encontrarlo sin un arrendador que lo lleve en este pueblo con tanto encanto. En este pueblo tienen muy buenas cuestas, prueba de ello es que el albergue permite el acceso desde la planta calle, subir 3 pisos y salir de nuevo por la fachada trasera. ¡Andando, por una puerta, sin rapelar ni hacer el spider-man!
Para el disfrute de todos, cuando llegó el último grupo nos esperaba a mesa puesta couscous con guisantes, cacahuetes y pasas. Verdaderamente delicioso. “Os lo habéis ganado por esa dura pedalada”, nos comentaron Laura y Marina, nuestras grandes chefs. ¡Gracias!
Ya por la tarde recibimos a Mama Tila, un proyecto de cosmética natural todavía sin comercialización.
Podéis encontrarlos en su web. Los protocolos y requisitos legales son complejos en este ámbito, por lo que de momento se dedican a elaborar sus propios productos para consumo personal, amistades y familiares.
Tras la visita acudimos rápidamente a un espacio del ayuntamiento donde dimos una charla explicativa del comienzo del proyecto, selección, organización de iniciativas y toda la ruta. También de cómo habían sido las primeras visitas y la forma en que nos organizábamos el trabajo de comunicación, para finalizar con un debate sobre la vida en el pueblo, problemáticas y necesidades. Fue una pena que solo acudieran 5 personas ajenas al proyecto, pues la conversación fue muy enriquecedora para todas y ellas mismas determinaron que deberían haber venido más paisanos para conocer el proyecto.
Anocheciendo al terminar, disfrutamos de la cena y pasamos la primera noche en el albergue. ¡Cómo cunden los días en Rural Forks!